Porque siempre se aprende algo nuevo...

Heme aquí, de vuelta en el mundo de los blogs y de las historias nuevas de lugares extraños y gente distinta. Aunque debería detallar cómo fue nuestra llegada, me limitaré a resumir que Pedro y yo estamos super bien, llegamos la semana pasada y rápidamente encontramos un lindo departamento para arrendar. El domingo me vine a Nueva York y Pedrín quedó enchulando el nidito para mi regreso el 17 de agosto, donde empezaremos una hermosa aventura en la Universidad de Texas, en Austin (sur de Estados Unidos).

En Nueva York estoy en un programa pre-académico auspiciado por Fullbright para todos sus becarios a fin de entrenarlos en el idioma Inglés y en la futura vida de estudiantes de postgrado. En mi caso, somos 41 becarios de casi todas partes del mundo (porque no hay nadie de Oceanía), de los cuales cinco somos de América Latina (México, El Salvador, República Dominicana, Colombia y Chile) y entre quienes yo soy la única mujer. Nos ha recibido la Universidad de Saint John’s, una institución más bien pequeña, católica y de orientación paulista, y esta primera semana estamos ubicados en el campus de Manhattan, pero el domingo nos vamos al campus de Queens donde estaremos hasta el último día (tranquilidad: en los próximos post voy a escribir sobre la geografía neoyorquina).

Foto 1: Fulbrighters, profesores y estudiantes de Saint John's University en el Memorial del 9/11, NY

Por lo pronto, quisiera contarles algo super particular que ocupa mis pensamientos estos días: la ignorancia. No cualquier ignorancia, sino la relacionada con el exterior, con aquellos que son distintos a nosotros. Ocurre que me pasa lo mismo que ya viví en Alemania hace cinco años: me pesa no saber sobre la cultura de aquellos países que no están en mi entorno cotidiano... no se me olvida la primera vez que conocí a alguien de Eritrea y tuve que preguntarle dónde quedaba su país. Ahora me pasa que he conocido a muchos árabes y musulmanes (que por cierto, NO ES LO MISMO) y he tenido que aprender por la fuerza sobre su cultura, y reconociendo con cierta vergüenza que en mi país no nos enseñan nada sobre ellos, y que toda la gente que vive en el oriente nos parece igual.

Resulta que la Universidad está muy preocupada por el respeto a la diversidad, y según nos indican los profesores, es la tónica en las instituciones gringas; no es privativo de Saint John’s. Entonces, dado que hay tantos Fulbrighters musulmanes, la U se ha preocupado de disponer todo para quienes están observando el Ramadán. Primer indicio de mi ignorancia: ¿qué es el Ramadán? Y aquí viene lo penca… todo el mundo sabe (o más o menos está al tanto) de lo que es el Ramadán, excepto yo. Es el mes en el cual la comunidad islámica AYUNA durante todo el día y come en la noche, se guía por el calendario lunar y suele ser entre julio y agosto. Siendo así, mis compañeros se levantan en la mañana y van a clases sin desayunar, después se van a descansar un rato mientras nosotros almorzamos, y en la tarde salen a recorrer las calles como si nada, pero no pueden probar un helado, un hot dog o un trozo de pizza. Además tienen que volver a la U antes de las ocho, porque a esa hora la cocina cierra y tienen que guardar comida para cuando rompen el ayuno después de la puesta de sol… AUCH. Pregunto cuál es el sentido de esta costumbre; me explican que, entre otras cosas, se busca limpiar el cuerpo y es además una forma de empatía con la pobreza, a fin de entender qué sienten las personas que normalmente no tienen qué comer.

Lo bueno es que la U se ha preocupado de que cerca de las 20:00 exista un mesón especial para ellos, con comida vegetariana, mucha fruta y pastelitos dulces, además de contenedores plásticos para que guarden comida. Y ahí están los pobres, haciendo hora hasta las 20:15 que es cuando  oficialmente se pone el sol, para devorar la comida y tomar mucha agua. Después de eso algunos se acuestan y otros salen, teniendo en cuenta que a las 2 ó 3 am tienen que despertarse para comer de nuevo, ya que después amanece y no pueden comer nada más, ni siquiera tomar agua.

Sumado a esto, ellos no comen cerdo y la carne de pollo o de res tiene que provenir de un animal que haya muerto decapitado, nunca electrocutado. Al estar en otro país, es un santo jaleo. Pregunto que cómo diantres pueden saber de qué manera murió el pobre pollo o vaca y claro, no hay cómo saberlo en Nueva York, por lo cual todos optan por simplemente no comer carne. En sus respectivos países esto no es un problema, porque todos (o la mayoría) son musulmanes y no tienen la costumbre de matar a los animales con electricidad, pero acá es distinto y tienen que adaptarse; no hay de otra.

Mi amiga Fatma Masmoudi es de Túnez y es la primera vez que sale de su país. Tiene 24 años y es una niña inocente y llena de ilusiones; no obstante, es despierta y muy inteligente, y quiere aprenderlo todo con rapidez… bueno, por algo es Fulbrighter. Se viste con el hiyab, que consiste en dejar a la vista sólo la cara y las manos. Le pregunto por qué usa el velo islámico. Me responde que después de la revolución de 2010-2011 (que en Chile conocemos como primavera árabe), cada quien se viste como quiere. Antes estaba prohibido vestir el hiyab, pero ahora se ha regresado con convicción a las creencias islámicas y las mujeres jóvenes, principalmente las universitarias, han retomado con honor esta costumbre que antes les era prohibida y castigada. Me dice que es por respeto a la mujer, a sí misma; no tiene que ver con una imposición familiar o patriarcal, sino con sentirse dueña de su propio cuerpo y decidir a quién mostrarlo. Interesante. También me dice que en su país se respeta a aquéllas que no desean usarlo, ya que “hay que estar convencida de querer hacerlo”, no es una imposición. Otro dato más para reducir mi ignorancia…

Foto 2: Con Fatma y el Empire State a nuestras espaldas, NY

Mi amigo Naseer es de Afganistán y se casó hace muy poco, igual que yo. No obstante, en su país no le permiten traer a su esposa a Estados Unidos, porque la Fulbright no funciona igual en todas partes. Y bueno, convengamos en que Afganistán no es el mejor amigo de EEUU… pero igual, vino aquí y está ayunando como todos los musulmanes. Me explica que él no es árabe sino afgano, y aunque comparte la misma religión que los árabes, no habla árabe y sus costumbres son diferentes. Por otra parte, mi amigo Kiyas de Turkmenistán también es musulmán, pero “un musulmán flexible” según sus propias palabras. Desde hace un par de años decidió no volver a ayunar y vivir el islamismo en su propio estilo, como muchos de los católicos vivimos el catolicismo, creo yo. Me cuenta que su país es un desierto y que desde que comenzó la bonanza del petróleo, cada edificio nuevo que se construye tiene que ser de mármol. Solía trabajar en Naciones Unidas hasta que se aburrió y se cambió a otro trabajo. Cuando se cansó de eso postuló a la Fulbright y acá está, a punto de irse a Worcester en Massachusetts. 

Foto 3: Con Naseer y Kiyas en China Town, NY

Y lo último: mi amiga Luna Aroury es de Palestina y es una de las 9 personas de su país que se ganaron la beca Fulbright el año pasado. Le pregunto que cómo son las cosas en Palestina, en referencia al conflicto con los israelíes. Me da un poco de pudor preguntarle esto directamente, pero ella se toma su tiempo y me explica. Es difícil, porque es una guerra sin equilibrio; los palestinos no tienen armas y Estados Unidos apoya con fuerza a Israel. Dice que este conflicto probablemente no tiene remedio, porque los judíos nunca se van a ir de Israel y los palestinos nunca van a abandonar sus tierras, aunque los echen. Me cuenta que muchos de los refugiados en el extranjero aún conservan las llaves de su casa esperando algún día volver… Ella, no obstante, puede caminar sin problemas por la calle ya que no es posible adivinar a simple vista quién es judío o árabe, a menos que la policía le pida su carnet. Cuando tuvo la entrevista para ganarse la Fulbright, tuvo la audacia de responder que quería venir a Estados Unidos no sólo para estudiar o para aprender Inglés, sino para mostrarle a los norteamericanos que los palestinos no son terroristas y que merecen respeto y espacio en Israel. CÁCHATEEEE… le pregunto que qué le respondieron los de Fulbright, y me dice que no le dijeron nada, pero días después le llegó la carta a su casa con su nominación a la beca.

Y yo hoy estoy feliz de ser menos ignorante que ayer.

Foto 4: Con Elrica de Haití y Luna de Palestina, NY

Foto 5: Con Ajdin de Bosnia Erzegovina, y Kiyas de Turkmenistán, en el piso 86 del Empire State, NY 

Foto 6: Con Ajdin y Kiyas en el East River, orillas de Manhattan, NY 

Foto 7: Kiyas, Ajdin, Naseer, Ibrahim (Irak), Fatma y Ola (también de Irak), Metro de NY