sábado, 15 de abril de 2017

Viernes será viernes

Viernes será viernes
Viernes en la cruz
Cuando Dios tembló en la tierra
Tembló en la cruz
Qué miedo dijo Pilato
Responde nuestro Señor
No hay miedo ni temor
Ni muerta contemplación
El que reza esta oración
Todos los viernes del año
Sacará un alma de pena
Y la suya de pecado
Quien la sabe y no la reza
Quien la oye y no la aprende
El día del juicio
Sabrá lo que contiene
Amén

Esta oración la rezaba mi mamá-abuela todos los viernes del año. Según su creencia, rezarla sagradamente cada semana servía a un doble propósito. Por un lado, quien la rezaba todo el año llegaba al Viernes Santo libre de pecado, tal como cuando una persona se confiesa con el curita (pero sin pasar por el bochorno de contarle al sacerdote los pecados cometidos). Es decir, rezar dicha oración todo el año era bypassearse el sacramento de la confesión. Por otro lado, la oración lo facultaba a uno a “sacar a un alma de pena”, es decir, enviar un alma desde el purgatorio directamente a las puertas del cielo. Éste era un paso muy importante, y mi abuelita repasaba mentalmente la gente que se había muerto en el último año para determinar quién merecía tamaño favor. Ahora me pregunto cuántas almas fueron salvadas de su tribulación gracias al fervor de mi difunta mamá-abuela.

Debo reconocer que dicha oración siempre me asustó un poco. ¿Cómo era posible que tuviera tanto poder, onda incluso más que el mundialmente popular Padre Nuestro? Además algunos versos como que no tienen mucho sentido. La busqué en Google para saber si existía una versión oficial, pero sólo llegué a este sitio donde varios usuarios comparten versiones más o menos similares (y todos dicen que la aprendieron de su abuelita). También me asustaba esa parte de que “Quien la sabe y no la reza / Quien la oye y no la aprende / El día del juicio sabrá lo que contiene”. CÁCHATE. Es como para atemorizar a cualquiera. Como yo no quería llevarme ninguna sorpresa el día del juicio final, recuerdo haber rezado esta oración fervientemente en mis años de juventud, hasta que mi mamá-abuela murió llevándose con ella el viernes de salvación. Se murió un Viernes Santo, por cierto, hace ya siete años.

Semana Santa en Roma

El año pasado Pedro, mi suegra y yo fuimos a Italia a pasar Semana Santa. La idea era pasar el Viernes Santo en Roma, y hacer turismo religioso allí en la cuna del catolicismo. La verdad es que yo cada vez me alejo más de la religión y de la iglesia, pero me atraen los ritos y las creencias de una religión que sigue siendo mayoritaria en Chile y Latinoamérica. Además, mi suegra es Licenciada en Ciencias Religiosas, y gracias a ella aprendí historias que son dignas de turista nivel avanzado. Como este año he viajado repoco (gracias, tesis doctoral), aprovecharé el impulso de Semana Santa para contar detalles de este viaje que, honestamente, me parece que fue ayer.


Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano

Coliseo, Roma

Interior del Coliseo. Patricia, Pedro y Magda

Good morning Rome


De partida, el 2016 fue el año del Jubileo de la Misericordia, un jubileo extraordinario que fue convocado por el Papa Francisco para colocar en el centro de la atención la misericordia de Dios. Mi conocimiento respecto a los jubileos se limita a dos hechos: 1) se celebran cada 25 años con el objetivo de que cada generación experimente al menos uno en su vida, y 2) el Papa puede convocar a un jubileo extraordinario para alimentar la fe y renovar el compromiso de ser un testimonio de Cristo. Si no fuese por mi suegra, no obstante, yo no habría cachado que el 2016 era un año jubilar, ni mucho menos habría sabido todas las cosas choras que se hacen para el jubileo. Por ejemplo, el año pasado se abrieron todas las puertas santas de las cuatro basílicas papales de Roma. Si usted no tiene idea de qué estoy hablando, procedo a explicar con manzanitas en el párrafo siguiente.


Ruinas en el Monte Palatino, Roma

Subiendo a la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

Museo Capitolino, Roma

Emperador Pedrus en las ruinas romanas

Vista de la Basílica de San Pedro desde el Castillo de San Angelo 


Las basílicas papales son las cuatro grandes iglesias antiguas de Roma: la Basílica de San Pedro en el Vaticano, la Basílica de San Paolo, la Basílica de San Giovanni in Laterano, y la Basílica de Santa Maria Maggiore, la única dedicada a la virgen. Entre otros detalles, estas basílicas cuentan con un altar mayor donde sólo el Papa puede celebrar la misa. Cuentan además con una puerta santa, las cuales se abren sólo durante los años del jubileo. Cruzar dichas puertas significa ganar la indulgencia plenaria relacionada con el jubileo (similar al efecto de rezar el Viernes será Viernes todo el año). Demás está decir que con Pedro y Patricia cruzamos las cuatro puertas para llevarnos todos los bonus del jubileo. También nos sacamos fotos, porque sin foto no vale (no vayan a decir después que nos faltó alguna puerta). Dato de trivia: la puerta es para entrar, nunca para salir.


Patricia llegando a la Basílica de Santa Maria Maggiore

Puerta Santa, Basílica de Santa Maria Maggiore

Pedro en la Basílica de San Giovanni in Laterano

Puerta Santa, Basílica de San Giovanni in Laterano

Llegando a la Basílica de San Paolo


Puerta Santa,  Basílica de San Paolo

Interior Basílica de San Pedro

Puerta Santa,  Basílica de San Pedro 


Otro imperdible del tour religioso es la Escalera Santa en la Capilla de San Lorenzo, al frente de la Basílica de San Giovanni. Aquí debo reconocer lo mucho que me impresiona la fe de los fieles. Esta escalera está compuesta por 28 peldaños de mármol QUE LA GENTE SUBE DE RODILLAS en señal de humildad y penitencia. Cuenta la leyenda que, cuando Jesús fue llevado ante Poncio Pilato para ser juzgado, tuvo que subir una escalera al praetorium donde derramó sangre producto de los vejámenes a los que fue sometido. Siglos después, Santa Helena (la mamá del emperador romano Constantino I) mandó a remover dicha escalera del praetorium en Jerusalén para instalarla en Roma. Hasta aquí, la historia es en realidad super creíble. Si Jesús fue efectivamente juzgado en el palacio de Pilato en Jerusalén, ciertamente que tuvo que subir por dicha escalera. Ahora bien, si las manchas de sangre seguían allí después de más de 300 años, eso ya es parte de la fe y de la creencia popular. El hecho es que los peldaños de mármol fueron recubiertos con madera para protegerlos del paso del tiempo y de las rodillas de los millones de peregrinos que visitan la Escalera Santa cada año. No obstante, algunos peldaños tienen una especie de ventanita de vidrio donde se puede ver el mármol y también manchitas oscuras que se supone son la sangre de Cristo.


Aquí van subiendo Pedro y Patricia

Fieles arrodillados 


Con Pedro y Patricia llegamos allí al mediodía del Viernes Santo y estuvimos en la fila algo más de una hora. La gente subía arrodillada y se demoraba infinito en los primeros peldaños, pero ya desde la mitad hacia arriba la cosa se apuraba un poco. Como la escalera es estrecha, los peregrinos no pueden subir a su propio ritmo, sino que tienen que esperar que la persona del peldaño de más arriba suba otro peldaño más. Al lado de dicha escalera hay dos escaleras similares, donde los herejes como yo pueden subir caminando con cero nivel de dificultad. Esto me permitió subir y bajar varias veces, tomar fotos y visitar la capilla que está arriba. También me senté a leer la historia de la escalera, me conecté al wifi de la iglesia, revisé mi mail, y subí fotos del viaje a Facebook. Mientras tanto, Pedro y Patricia venían ya a mitad de camino. La escalera fue declarada Patrimonio de la Humanidad en Europa por la Unesco y claramente constituyó uno de los puntos altos de nuestro viaje.


La gente afuera de la Escalera Santa haciendo fila para subir arrodillados


La tercera parte del tour de Viernes Santo fue asistir al Via Crucis en el Coliseo. Aquí fuimos testigos de un tremendo despliegue de seguridad por parte de la policía italiana. Coincidió que esa semana ocurrieron los atentados terroristas en el aeropuerto de Bélgica, y toda Europa entró en estado de alerta máxima, especialmente aquellos monumentos y lugares históricos que congregan cientos de turistas. Qué decir de Roma en Semana Santa – todas las capillas estaban custodiadas por soldados italianos con cara de pocos amigos.


Esta foto la tomó Pedro a la entrada de la Escalera Santa y es una de mis favoritas. El sacerdote y el soldado. Y la paloma. Acierto fotográfico.


Ruinas en el Foro Romano

Dios bendiga los helados romanos

Fontana di Trevi


Mientras caminábamos hacia el coliseo, nos fuimos juntando con más y más gente que también se dirigía hacia allá, hasta que nos convertimos en una masa humana que avanzaba lentamente y al unísono. A las afueras del coliseo nos esperaba la policía italiana, que seleccionaba pequeños grupos para detectar metales y revisar carteras y mochilas. En ese proceso Patricia y yo nos separamos de Pedro, quien al principio entró en pánico por perdernos (éramos cientos de personas aglomeradas y separarse significaba no encontrarse en horas), pero después, cuando nos tuvo nuevamente bajo su radar, nos tomó esta foto. La cara de felicidad es porque efectivamente no nos perdimos. 



  
La gracia del Via Crucis es que lo celebra el Papa AHÍ MISMO, rodeado de fieles. Igual me pareció un poco pagano hacer el Via Crucis en el coliseo, símbolo de la diversión más sangrienta del pueblo romano, de los gladiadores mutilándose unos a otros, y de los leones comiéndose a los primeros cristianos. Una de las historias que le escuché al guía de un tour fue que Tito, cuando inauguró el coliseo en el año 80, habría metido a la arena decenas de toros contra leones para diversión de la gente. Pan y circo quiere el pueblo. Y ahí estábamos nosotros tratando de tomarle una foto al Papa. Fue un momento breve pero emocionante.




Los fieles en el Via Crucis

La imponente vista nocturna del coliseo


Nuestro tour (organizado por nosotros mismos) contemplaba una última actividad que no pudimos llevar a cabo. En esta fecha, el Papa celebra la misa (o alguna actividad similar) todos los días, comenzando con el miércoles de ceniza. Sin embargo, se necesitan tickets para asistir. Los tickets son gratis, pero se agotan muy rápido. Cuando llegamos a Roma lo primero que hicimos fue ir a pedir tickets, pero ya no quedaban. Será para la próxima. Obviamente visitamos la Plaza de San Pedro (obra del genial Lorenzo Bernini), entramos a la basílica e incluso subimos a la cúpula. Aquí debo mencionar que la primera vez que vine a Roma, en 2007, subir los más de 500 peldaños que llevan a la cúpula me pareció pintoresco, y además me permitió ahorrarme la plata del ascensor. Esta vez también subimos los 550 peldaños a pie, pero yo quedé pal hoyo. Mucho peor al bajar, agarrándome de la baranda en la extremadamente estrecha escalerita de caracol, y sintiéndome una auténtica vieja julia. Si visito Roma por tercera vez, los que vayan conmigo tendrán que subir a la cúpula ellos solos, mientras yo me quedo abajo tomando helado y comprando rosarios en paquetes de a doce.


Patricia subiendo los 550 peldaños, fresca y lozana

A medio camino uno sale a este techito y se observa la cúpula de la basílica

Hasta que llegamos a la cúpula! Plaza de San Pedro de fondo

Cuando vine en 2007 no estaban esas rejas

Pedrito a las afueras de la Basílica de San Pedro

Interior de la basílica, altar mayor


Y por supuesto que visitamos todos los demás imperdibles: el foro romano, la Fontana di Trevi, los museos vaticanos y el Castillo de San Ángelo. Escribo este post en Viernes Santo, recordando el viaje familiar, pero también a mi abuelita rezando por el descanso de las almas. Porque quien la sabe y no la reza, quien la oye y no la aprende… el día del juicio sabrá lo que contiene, amén. 

Interior museos vaticanos

Detalles de los frescos en la Capilla Sixtina


Obviamente que lanzamos monedas para algún día volver

Pedro en lo alto del Castillo de San Angelo

En 2007 me saqué esta foto porque este signo tiene inscritos mi cumpleaños y el de Pedro: Libra y Aries (23 de septiembre / 21 de marzo)

Nueve años después, Pedrito replicó la imagen

De Roma con amor