¿Cómo pasó tan rápido el tiempo?
Pienso en estos tres años y en las cosas que he aprendido, y lo que más me inquieta es la infinidad de cosas que AÚN NO HE APRENDIDO. Parece que esto del aprendizaje tiene un efecto inverso, porque mientras más aprendo, más consciente me vuelvo de las cosas que me faltan por aprender. Por ejemplo, el verano pasado (entiéndase junio-julio 2014) tomé un curso de estadística llamado “Análisis de datos categóricos”. El profe nos enseñó mil cosas que yo no me imaginaba que existían, o que sólo conocía de oídas al leer papers de mi especialidad: distintos tipos de distribución, chorrocientos mil análisis de probabilidades, chi2, regresión logística y un largo etcétera, todo aquello en un programa llamado SAS.
Después de tomar esta clase, en el otoño (agosto-diciembre 2014) me aventuré con otra clase llamada “Análisis de Regresión” (y que se refiere a regresiones estadísticas y no a regresiones a vidas pasadas, como me preguntaron por ahí), donde sufrí como nunca. El profe disfrutaba haciéndonos exámenes larguísimos y preguntando cosas que no necesariamente había explicado en la clase, pero que él esperaba que dedujéramos. Jamás fui capaz de terminar un examen completo y temí por mi vida al final del semestre, pero afortunadamente aprobé y aprendí un nuevo programa, R.
Como si tal sufrimiento no hubiese sido suficiente, este semestre (enero-mayo 2015) me inscribí en el curso “Ecuaciones estructurales”, donde todavía estoy estudiando para el examen final. En esta clase aún no estoy segura de qué aprendí porque estoy en un limbo donde sólo veo factores, flechas y asteriscos, todo aquello analizado en un programa que se llama MPLUS. Ahí quedaste, SPSS.
La clase de Regression Analysis la tomé con las #PhDgirls Shannon (USA) y Rachel (Brasil). Menos mal, porque de lo contrario el sufrimiento habría sido extremo. Aquí estábamos estudiando para el último examen (diciembre 2014).
La clase de Structural Equation Modeling la estoy tomando con mi super amigo Adolfo (México) y juntos hemos batallado todo el semestre para responder los tests y ahora el examen final. Estas fotos son de este sábado (en la U) y domingo (en mi casa), respectivamente.
Y me pregunto… ¿en qué momento voy a aprender estadística bayesiana, time series, big data y todos esos tópicos que la llevan y que poca gente cacha completamente bien (en mi área al menos)? Claramente AHORA NO, porque ya terminé el periodo de cursos y tengo que prepararme para rendir los exámenes de candidatura. Ayer conversaba por Skype con mi super amigo Alberto (canario de origen, actualmente trabajando en Viena) y le explicaba qué es esto de los “comprehensive exams” que le llaman aquí.
El programa de doctorado se estructura en torno a cuatro áreas: un área de teoría, un área de métodos, más dos áreas de especialidad que las escoge uno, y que en mi caso son 1) Redes Sociales y 2) Opinión Pública. Uno escoge a un profesor para que esté a cargo de cada área, y al final de estos tres años esos cuatro profesores le toman a uno cuatro exámenes que se rinden en días distintos y que pueden durar entre cuatro y ocho horas cada uno. Lo que entra en cada examen es una lista de libros y papers que se negocia entre el profesor y el alumno. En otras palabras, el profesor mete y mete libros a la lista, y el alumno “negocia” para sacar unos pocos y no tener que leer tanto. El día del examen, el profesor le hace llegar la (o las) pregunta(s) al alumno por email, y el alumno tiene cuatro horas (o seis, u ocho, dependiendo del profesor) para escribir una respuesta (o respuestas) de aproximadamente 15 páginas. El examen se puede tomar en casa y es con libro abierto, porque las respuestas tienen que incluir citas de autores y nadie es tan brillante como para saberse todas las citas de memoria, con año y número de página. En el fondo, se trata de escribir un ensayo académico de 15 páginas usando distintos autores para apoyar un determinado argumento. Y eso se repite cuatro veces, porque son cuatro exámenes.
No sé ustedes, pero yo no me siento capaz de escribir 15 páginas en cuatro horas EN ESPAÑOL, y ni cagando en Inglés. De hecho, sólo escribir un post en el blog me toma como dos horas, y eso que son puras leseras y no alcanzan a ser ni tres páginas… así que los estudiantes que ya han pasado por dicho proceso recomiendan escribir párrafos con antelación, cosa que el día del examen uno pueda echar mano a ideas previamente desarrolladas. Esto no se considera hacer trampa ni mucho menos, ya que este ejercicio ayuda a entender mejor los libros que se están leyendo, y en consecuencia, a desarrollar argumentos que pueden ser usados durante el examen. Pero OJO, porque podría ser que el profe pregunte una cosa totalmente inesperada y se fueron a la cresta todos los apuntes preparados con anterioridad. Mi amigo Alberto me pregunta que cómo, después de tomar todas esas clases, rendir exámenes, hacer tareas y entregar trabajos, todavía nos someten a un examen final para asegurarse que sí sabemos lo que se supone deberíamos saber. “No sé weón, NO SÉ”, le digo, porque de verdad que no sé. NO SÉ NADA. Pero dos semanas después de rendir los cuatro exámenes escritos se viene la defensa oral, donde esos mismos cuatro profes se juntan en una sala contigo y te interrogan de todas las cosas que escribiste en los exámenes y que no necesariamente tienen sentido. Es el momento de arreglar los cagazos del examen escrito, en caso de que no se haya hecho una pega decente, o bien de lucirse explicando esas ideas brillantes que escribiste, suponiendo que en la parte escrita te fue la raja. Al menos tengo hasta septiembre para estudiar, y bueno, ahí se verá.
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Los destacados de este tercer año: el premio que nos ganamos con Shannon y Rachel en la conferencia MAPOR en Chicago, y la beca que me entregó la Facultad de Comunicación de la UT “en reconocimiento al logro académico y sólida aproximación interdisciplinaria a la investigación y la academia”.
Recibiendo el “Student paper award” por el paper que escribimos con Shannon y Rachel bajo la supervisión del profe Tom Johnson (en la foto).
Con el dinero del premio nos fuimos a cenar y nos tomamos cuatro botellas de champaña entre las tres. Después de eso nos fuimos a casa en completo estado de ebriedad.
Con mi diploma de la Beca Jesse H. Jones Endowed Centennial Fellowship (jamás seré capaz de aprenderme el nombre completo).
Antes de terminar este post, quiero reproducir aquí un texto muy interesante que explica qué es, en palabras simples, un doctorado. El autor de este texto es Matt Might, profesor de la Facultad de Informática de la Universidad de Utah, quien creó la “Guía Ilustrada para un PhD” y que exige que cada vez que se reproduzca su texto se incluya su nombre y sitio web. A su vez, Ismael Peña-López, profesor de Derecho y de Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya, tradujo este texto al español y yo me colgaré de eso para ilustrar cómo han sido estos tres años de vida doctoral.
Imagina un círculo que contiene todo el conocimiento de la Humanidad:
Cuando terminas la educación primaria, sabes un poquito:
Cuando terminas la educación secundaria y el bachillerato, sabes algo más:
Cuando te gradúas en la universidad, consigues una especialidad:
Con un máster profundizas en dicha especialidad:
La lectura de literatura académica te lleva hasta la frontera del conocimiento de la Humanidad:
Una vez en el límite, te centras en un tema específico:
Empujas el límite durante unos años:
Hasta que, un día, el límite cede:
Y esa mella que has hecho se llama doctorado (PhD):
Por supuesto, el mundo te parece muy distinto ahora:
Pero no olvides tomar perspectiva:
Sigue empujando.
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Matt Might, a professor in Computer Science at the University of Utah, created The Illustrated Guide to a Ph.D. to explain what a Ph.D. is to new and aspiring graduate students. [Matt has licensed the guide for sharing with special terms under the Creative Commons license.]