A fines de 2014, mi querido amigo y profesor Homero Gil de Zúñiga (quien ahora es académico de la Universidad de Viena) nos contó que con colegas de la Universidad de Princeton estaba organizando un workshop para estudiantes de doctorado que estuvieran en proceso de tesis, o próximos a estarlo. Dicho workshop tenía como objetivo invitar a seis estudiantes a presentar sus proyectos de tesis frente a un panel de expertos, con el fin de recibir comentarios y sugerencias de profesores que no necesariamente son de la misma área y pueden brindar una mirada distinta a lo que se está haciendo.
Cuando finalmente salió el llamado a presentar papers, no supe bien si participar o no. A mí todavía me falta un año para graduarme y mi proceso de tesis comienza en agosto, una vez que rinda los exámenes de candidatura. Sin embargo, ya empecé a trabajar en mi proyecto de tesis y este workshop me sería muy útil para recibir feedback de cómo seguir avanzando. Decidí, entonces, que nada se perdía con intentarlo y mandé mi postulación en febrero. Al mes después me llegó un email de Princeton diciendo que el comité de expertos me seleccionó para participar. Así que agarré mi maletita roja y partí a New Jersey, no sin antes sapear por Facebook a los otros participantes, que además venían de diversas universidades del mundo: Oxford (Inglaterra), Umea (Suecia), British Columbia (Canadá), Princeton (los anfitriones) y yo, la Texana.
De izquierda a derecha: Solon Barocas (Post Doc, Princeton); Michael Dahlberg-Grundberg (participante, Umea); Francisco Grajales (participante, British Columbia); Edward Felten (académico, Princeton). Segunda fila: Magdalena Saldaña (participante, Texas-Austin); Elizabeth Dubois (participante, Oxford); Joanna Huey (académica, Princeton); Joshua Kroll (participante, Princeton) y Homero Gil de Zúñiga (académico, Viena).
El merecido relajo post-actividades
A los participantes nos pusieron en un hotel frente al campus que de tan lindo, parecía casa de muñecas, y las actividades se desarrollaron en el edificio del Centro de Políticas en Tecnologías de Información (CITP). Aquí debo decir que el campus de Princeton ES TERRIBLE PEQUEÑO, ni comparable con mi querida Texas-Austin. Yo creo que con suerte es la cuarta parte de la UT. Ahora bien, nosotros tenemos 50 mil estudiantes, mientras que Princeton no supera los ocho mil. Al ser una institución privada, no sólo es infinitamente más cara sino mucho más selectiva, entran pocos alumnos y escogidos con pinzas, y las carreras son pocas precisamente porque no quieren que la cosa se masifique. Esa onda…
En términos históricos, la universidad se fundó en 1746 y es la cuarta universidad más antigua de Estados Unidos. Su arquitectura es de estilo colonial/gótico, y los edificios son preciosos, especialmente los que se ocupan como dormitorios para los alumnos; era como estar en el área común de Hogwarts en Harry Potter. Como el workshop fue intensivo, a los participantes no nos quedó mucho tiempo para el esparcimiento, pero igual un día nos llevamos a Homero a recorrer el campus y a tomar fotos.
Puertas de FitzRandolph, Universidad de Princeton
Ésta, por ejemplo, es de las puertas de FitzRandolph en la entrada principal. Dice la leyenda que se puede ingresar al campus a través de esta entrada, pero aquel que ose cruzar las puertas para salir a la calle, NUNCA SE GRADUARÁ. Onda que se puede entrar por ahí, pero nunca salir. Me recordó nuestra propia leyenda en la Universidad de Concepción, donde no se debe pisar el escudo bajo el Arco de Medicina, o de lo contrario no habrá titulación. Por si las dudas, los que andábamos en Princeton salimos por otro lado…
Edificios al interior de Princeton
Yo llevaba la instrucción clara de Pedro de ir al Departamento de Matemáticas y sacarme una foto con John Nash. Si usted vio la película “Una mente brillante”, se acordará de Russel Crowe interpretando a Nash y escribiendo fórmulas en las ventanas de la biblioteca de Princeton. Pues bien, cuando se supo que a John Nash le darían el Nobel de Economía en 1994, Princeton decidió “crearle” el puesto de Investigador visitante, ya que hasta entonces Nash trabajaba esporádicamente en la biblioteca, pero no pertenecía formalmente a la universidad. Así que yo llevaba marcado en mi mapa de Google el lugar donde está la oficina de Nash en el Departamento de Matemáticas, a ver si tenía la suerte de que justo estuviese allí cuando yo fuera. Pero al final no me quedó tiempo ni para ir a ese edificio ni para entrar a la biblioteca a buscar las famosas ventanas. Será para la otra.
El pueblo de Princeton es también muy pequeño. En realidad, son como tres calles paralelas a la universidad y otra perpendicular. En dos días lo recorrimos casi todo. Es precioso, con una arquitectura muy europea (hasta medio alemana, yo diría) y lleno de restaurantes internacionales, tiendas de ropa, librerías y cafés. Todo carísimo eso sí; menos mal que el workshop corrió con todos los almuerzos y cenas… Nos dicen que el tren a Nueva York se demora menos de dos horas y que cuando la gente busca salir de este ambiente tan pequeño, simplemente se va a Manhattan.
Ésta es una esquina cualquiera en el pueblo de Princeton. Very German.
Homero me tomó esta foto y no tuve corazón para reclamarle que me cortó los pies
Interior de una iglesia en el corazón de la Universidad
En París lo pasamos de maravilla. Yo ya había estado allí en 2007, y sin embargo, cuando vi la Torre Eiffel, me emocioné como si nunca la hubiese visto. Me pasó lo mismo con la mayoría de los monumentos y lugares que ya conocía, como el Arco del Triunfo, la Catedral de Notre Dame y el Museo del Louvre. Hicimos dos actividades que fueron nuevas para mí y que disfruté al máximo: un tour en barco por el río Sena, y una visita al Palacio de Versalles. Éste último es maravilloso, lleno de lujo y de historias, dado que era la residencia de los reyes franceses por allá por el siglo 17. No queda ubicado en la ciudad misma, por lo cual hay que contratar un tour que sale frente a la Torre Eiffel y lo lleva a uno a las dos de la tarde, para traerlo de vuelta a las 6 pm. Vale 40 euros (como 25 lucas chilensis) incluyendo el viaje y la entrada al Palacio.
En la época de Luis XIII, el Palacio era el lugar de veraneo de los monarcas, pero tiempo después su hijo Luis XIV decidió agarrar sus pilchas e irse a vivir a este magnífico lugar, gobernando desde allí. Esto implicó que le construyeron más y más salones y habitaciones para alojar a toda la corte y adaptarse a las necesidades del rey. El tour lo pasea a uno por todas las salas del Palacio mismo y se pueden ver las habitaciones tanto del rey y de la reina (habitaciones separadas para que el perla tuviera privacidad), el comedor, una capilla, y la galería de los espejos, entre otros. Todo decorado con extremo lujo y magníficos detalles: lámparas de oro, esculturas, pinturas en el techo, etc.
A la entrada del Palacio de Versalles
Galería de los Espejos
La cámara del Rey
La cámara de la Reina (infinitamente más linda que la del Rey, creo yo)
Detalles maravillosos del techo
Los jardines son cuento aparte. Se extienden por varias hectáreas y es muy difícil recorrerlo todo. Yo me deleité con las esculturas que rodean las fuentes, y otras que están al centro y en verano escupen agua y toda la cosa. Al final del sendero tienen un restaurante y además hay una casita que pertenecía a María Antonieta, quien se escapaba allí para tener paz y tranquilidad. Después de la Revolución Francesa (1789), el Palacio se convirtió en museo (1837) y turistas de todo el mundo pueden visitarlo, aunque igual se ha utilizado para momentos políticos relevantes, como la firma del Tratado de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial en 1919.
Al exterior, saliendo a los jardines
Pero más allá de lo increíble de Versalles, lo bella que es la Torre Eiffel, y lo infinitamente interesante que es el Museo del Louvre, a Pedro lo que más le gustó de París fue la comida. “Que se come bien en Francia”, me decía cada vez que nos sentábamos a cenar. Me habían dicho que tenía que probar la sopa de cebolla y el pan de chocolate (pain au chocolat) pero lo que más disfruté fueron los crepes. De hecho, los considero el mayor invento de la gastronomía francesa. El día de mi cumpleaños fuimos al restaurant “CC 142, crepería contemporánea”, donde yo pedí un crepe de salmón con crema de espinacas, y Pedro se mandó uno de pato con especias. Como si fuera poco, después pedimos crepes dulces para el postre: chocolate con naranjas, Nutella, etc. Todo esto acompañado con una botella de Sidra de manufactura local. También comimos crepes de los numerosos carritos que se instalan en la calle, así como en Chile existen los carritos de sopaipillas. Los crepes más comunes son los de Nutella con plátano, y los de huevo con queso, entre 3 y 5 euros (como dos mil pesos los más baratos). El vino no me gustó nada eso sí, muy delgado, casi sin cuerpo. Me quedo con los mostos chilenos por lejos.
En la Crepería Contemporánea CC 142
La noche previa a mi cumpleaños
Mis amigos de la universidad también me hicieron una fiesta de cumpleaños cuando volví. Shannon hasta me hizo una torta
Con Rachel y Shannon nos hacemos llamar #PhDgirls
Y la foto anterior se tomó así:
Con Pedro camino a la catedral
Según dice la plaquita a la entrada de esta capilla, lo que se ve al interior del cofre rojo es la corona de espinas de Jesús (CÁCHATE)
Visitando la Catedral de Sacre Coeur
Algo del Museo del Louvre
Pintura de la Mona Lisa
La Venus de Milo
Las Bodas de Caná
Arte egipcio
La Victoria Alada de Samotracia
Una comparación entre el ayer y hoy:
Arco del triunfo 2007
Arco del triunfo 2015
Catedral de Notre Dame 2007
Catedral de Notre Dame 2015
Museo del Louvre 2007
Museo del Louvre 2015
Catedral del Sagrado Corazón 2007
Catedral del Sagrado Corazón 2015
Torre Eiffel 2007
Torre Eiffel 2015
Au revoir!
... pero que interesante relato de valerosas experiencias académicas al más alto nivel intelectual, y momentos de grato esparcimiento junto al seramado en lugares que cualquiera se quisiera. Felicitaciones Magdyta, abrazotes y bezotes.
ResponderEliminar...no sabes cuánto me alegro de verlos felices y gozando y adquiriendo conocimientos in situ,van a ser profesionales sensibles y de vasta cultura,experiencias que no todos pueden tener.Abrazos,cariños y felicidad.
ResponderEliminarQue increíble!
ResponderEliminarDa gusto leer tu blog; viajes, experiencias y a hasta un poco de historia entre medio! Así como no arrepentirse de no haberlo leído antes? Jajajajaja
Sobre Princeton, será todo lo que escribes, peeeeeeero no le quita que sea una de las emblemáticas de los gringos... Si aparece esta en las películas de Disney!
No tenía idea de lo pequeña de la ciudad, me fascinó que escribieras Manhattan y sobre John Nash un pecado... Para el divorcio. (AJAJAJAJA).
J'adore Paris, dicen por ahí... Oye, pero digas lo que digas no cualquiera va a celebrar el cumpleaños a Europa... Otro nivel tu, no obstante, más que merecido para ambos. El before/after... Me trajo recuerdos inevitables (=.
Sorry la tardanza amiga mía... Nuevamente, un gusto leerte. Un abrazo inmenso y esperando sobre Disney!