domingo, 11 de mayo de 2014

De colchones y otras materias

Por finnn se acabó el semestre! Como siempre, las últimas semanas fueron un suplicio condimentado con pocas horas de sueño, comida chatarra y a deshora, sentimiento de culpabilidad por esas valiosas horas desperdiciadas viendo tele, y desesperación por pensar que no alcanzaría a estudiar toda la materia antes de la prueba (Pedro) o a terminar el paper antes del plazo estipulado (yo). Todo eso ha quedado finalmente atrás y ahora comienza oficialmente el verano para nosotros, además que en Austin ya hemos alcanzado los 30 grados de calor y dicen que el río está estupendo para irse a dar un chapuzón. 

Así da gusto terminar el semestre. Con Shannon (USA) y Rachel (Brasil)  


Como no tengo muchas novedades desde mi último post, les contaré de un sistema super útil que existe aquí para comprar cosas por internet: Craigslist. Es un sitio web super básico donde la gente oferta las cosas que quiere vender y uno los llama por teléfono o les manda un mail para ponerse de acuerdo en qué hora ir a buscar el producto. Según mis indagaciones en internet, Craigslist también existe en Chile, pero me da la impresión de que está más bien orientado a los gringos que van para allá (porque la mitad de los avisos están en inglés) y porque ninguno de mis amiguitos ha escuchado de este sistema hasta ahora.

La cosa es que uno entra a Craigslist (acá el sitio para Austin) y puede buscar opciones entre las decenas de categorías disponibles; por ejemplo, “furniture” (muebles). Pedro, que a estas alturas ya es el rey de Craigslist, ha encontrado un montón de cosas para nuestra casa que son buenas, bonitas y sobre todo baratas. Cuando llegamos a Austin nos fuimos a vivir a un departamento amoblado cerca de la U mientras esperábamos que corriera la lista de los departamentos de la UT. Después de un año y medio de espera, corrió la lista y nos llegó la oferta de depto, los cuales no están amoblados y nosotros no teníamos casi nada. Así que Pedrín empezó a vitrinear las cosas de Craigslist y de a poquito fuimos comprando casi todo. Lo primero fue el comedor y sus respectivas sillas, que nos dejó muy contentos porque la mesa es gigante y la ocupamos para comer y para estudiar. También tuvimos la suerte de que uno de los chilenos que están acá se fue a vivir con su pareja y regaló un montón de cosas que tenían duplicadas. En esta donación masiva, nosotros tocamos un sillón blanco super bonito que además sirve de cama para las visitas. Después Pedro cachó una señora que vendía un juego de living completo ULTRA BARATO en Craigslist que incluía un sofá cama enorme, un puff del mismo material, más los cojines, más la mesa de centro y hasta la alfombra. Con eso, más el sillón regalado, quedamos con el living al 100%.

Esto fue el día en que nos cambiamos. Se aprecia el comedor y el sofá cama que todavía no terminábamos de armar


Claro que todavía nos faltaba la cama. Como pensamos vivir aquí un buen rato, y como el lugar donde uno duerme es algo tan íntimo y personal, decidimos que la cama (o al menos el colchón) tenía q ser nueva. Así que comenzamos un periplo por las multitiendas buscando la cama perfecta, pero nos dimos cuenta de que comprarse una cama es más caro que un trasplante de cabeza. Decidimos, entonces, comprar sólo el colchón y después buscar la marquesa en San Craigslist. Pedro buscó en internet cuál era el mejor colchón del mercado y se encontró con que ahora los resortes están totalmente out y lo que la lleva son los colchones con infinitas capas de espuma (de distintas densidades) y arriba, una capa de gel, que supuestamente entrega al colchón más tecnología que cualquiera de los colchones antes vistos. 

Corte transversal de las capas de super espuma (foto de www.backtobed.com)

Personalmente, yo no le tenía ninguna fe a ese colchón supersónico. De partida, puedo considerarme una experta en colchones porque he dormido en camas de todos los tipos. En mi casa en San Carlos, mis abuelos tenían colchones de lana que cada cierto tiempo se apelmazaban y la parte blanda se concentraba en aquellos lugares donde había menos presión (los pies). Para remediar este problema había que hacerles un tratamiento que duraba un par de días, y que consistía en abrirle una esquina al colchón, sacarle la lana, lavarla (a mano), secarla (al sol, en el patio) y aporrearla con una varilla POR HORAS para que agarrara más volumen. Después de eso, se metía de nuevo al coty PERO NO A TONTAS Y A LOCAS, porque el coty (funda, forro, la parte de género donde se mete la lana) tenía unas tiritas por dentro que uno tenía que ir amarrando conforme iba metiendo puñados de lana, para que le diera ese efecto de globitos, como en esta foto (los puntitos son los lugares donde está la tirita).

Si, venían de a dos. Así uno lavaba uno primero, y después el otro. HELP


Si usted me pide mi opinión, yo le diría que todo este proceso es un webeo del orto que se acabó cuando tuve un poco de poder adquisitivo y compré un colchón con resortes, esos mismos que hoy el mercado gringo anda mirando a huevo. Fue super difícil que mis abuelos aceptaran renovar sus reliquias, dado que les parecía que un colchón nuevo era extremadamente caro, y los de lana estaban en perfectas condiciones (si tenían como 30 años “no más”). Todavía están en la casa, de hecho, pero no en mi cama ni en la del Tata (visitas: ya están advertidas).

Después pasé por el sistema de pensiones en Concepción y la primera casa donde viví tenía un colchón de espuma humilde pero cumplidor. Luego me cambié y en esta segunda casa tuve un upgrade al colchón Rosen con resortes (era la casa de Pedro, por cierto). Ya después me internacionalicé y cuando viví en Alemania volví al colchón de espuma, esta vez sin sábanas (es una historia muy larga, así que mejor léala aquí). Y ya luego de eso me ha tocado dormir en distintas camas en albergues estudiantiles, hostales para el turista joven y pobre, hoteles desde 1 hasta 5 estrellas (en Seattle me voy a quedar en un Sheraton, CTM) y varias veces he pasado la noche en el aeropuerto a la espera de algún vuelo matutino (durmiendo sentada o en saco de dormir). Por eso puedo decir que los colchones no son un tema menor y cuando vimos que el colchón multiespuma valía más de 2 mil dólares en el Sears (es decir, más de un millón de pesos chilensis) se me apretó el estómago. Los colchones muy blandos me hacen doler la espalda, y los muy duros son incómodos. Esas cuestiones que vienen con un lado más blando que otro me hacen pensar que uno está condenado para toda la vida a habitar el mismo lado de la cama (y después dicen que hay que evitar la rutina en el matrimonio) así que, por un momento, hubo un sentimiento de pánico que se apoderó de nosotros. Pero Pedrito, siendo el hombre avispado que es, se le ocurrió buscar el famoso colchón en Amazon y al final nos salió como la cuarta parte del precio de la tienda con envío y todo, exactamente la misma marca. 

Se me olvidó mencionar que también he dormido en la calle. Esta foto es afuera del Termini en Venecia, Italia (año 2007). 

La compra del colchón incluyó un arduo proceso de testeo in situ

En mi labor de colchón tester: la cama del Hampton Inn, hotel donde nos quedamos cuando recién llegamos a Austin

La cama del Crown Plaza en Chicago. Best colchón ever



Lo que más me gustó de nuestra compra es que el colchón venía sellado al vacío y enrollado como un brazo de reina en una caja super transportable. Las instrucciones decían que una vez desenrollado, había que dejarlo reposar dos días para que le volviera a entrar el aire y las múltiples capas de espuma alcanzaran su tamaño original. Lo que hicimos fue dejarlo en la caja hasta el día que nos cambiamos, y antes de venirnos a Chile a pasar navidad, lo abrimos y lo dejamos así tres semanas. Cuando volvimos a Austin nos encontramos con un colchón de dos pisos, perfectamente firme y suave a la vez, y que resultó ser una estupenda inversión. Y en Craigslist, por supuesto, encontramos una base para cama matrimonial.


En esta caja venía el colchón empaquetado


Colchon sellado al vacío (como las longanizas Aliro)

Lo estiramos y se veía peligrosamente delgado...


Después de dejarlo reposar, se infló solo y se veía así:


Y cómo nos cambiamos, se preguntará usted? Bueno, aquí hicimos uso de dos sistemas de transporte. El primero es Zipcar (que no es lo mismo que Car2go) donde uno se hace miembro por internet y después recibe la tarjeta de membresía que lo faculta para arrendar autos y camionetas por horas. Los vehículos están estacionados en distintos puntos de la ciudad y después de ocupar un auto, uno tiene que dejarlo en el mismo lugar donde estaba. Pedro suele reservar una camioneta que está disponible en un estacionamiento adentro de la U y con eso sale a buscar las cosas que compra por Craigslist (Daniel y el Seba suelen hacer de peonetas en estas faenas). Para cambiarnos de casa, arrendamos un camioncito U-haul y Pedro lo manejó, así que nos pololeamos a los amigos de siempre para que nos ayudaran a cargar (y descargar), y luego condujimos nuestras pilchas al depto nuevo. Fácil y bonito. 

Chepe, el maestro del dolly

El Seba comandando la mudanza 

Le metimos de todo al camioncito 

Ca'allero me lle'a? 




Ahora nos falta puro comprarnos un auto. Ya veremos.