lunes, 30 de septiembre de 2013

Con licencia para el 18

Han pasado 50 días desde la boda de Rachel en Florida y la conferencia en Washington DC, pero a mí me parece que hace como un semestre de eso. Recién llevamos un mes desde el inicio oficial de clases y yo ya estoy super cansada, siento que he leído un montón y que, al menos por un día, quisiera no tener tareas. Conversaba con una amiga que está haciendo un doctorado en el departamento de idiomas, y me decía “Why are we doing this to ourselves?” (¿por qué nos estamos haciendo esto?) en referencia a esta “auto-tortura” a la que uno se somete cuando estudia un doctorado. Yo ya no recuerdo cuándo fue la última vez que ocupé mi tiempo en alguna actividad externa al doctorado, como por ejemplo tejer, hacer un dibujo, incluso leer una novela. ¿Cómo podría leer un libro si en mi escritorio se amontonan las lecturas para cada clase?

Lo otro que no hago es tomarme el día libre sin sentirme culpable. Cada vez que paso algún domingo procrastinando (y repitiéndome a mí misma que “está bien, hay que descansar al menos un día a la semana”) no dejo de sentir que debería estar escribiendo la tarea x, avanzando en el proyecto y, o leyendo el texto z. Me pasó que el martes 17 de septiembre me fui super tarde a la casa (como siempre) porque tenía una tremenda tarea que hacer y que no quise empezar en la U para hacerla en casa sin pausas. Llegué al departamento y Pedro con el Seba tenían la media ramada, banderitas chilenas, música de Víctor Jara, y en la cocina ya estaba lista la masa para las empanadas. Me alegré mucho porque todo ese día había visto las fotos que mis amigos chilenos subían a Facebook presumiendo del asado dieciochero, los choripanes y las empanadas de todos los tipos que se estaban empezando a preparar. Entonces, cuando caché que nosotros también íbamos a tener empanaditas me sentí la raja, pero al mismo tiempo pensé “cagó mi tarea”. Y casi casi, porque terminamos la fábrica de empanadas a las 2 am, y a esa hora empecé a trabajar. Horrible, estaba muerta de sueño y terminé a las 8 am, momento justo para ducharse e irse a la clase de las 9. (Again, why am I doing this to myself?).


Fotos 1-8: el complejo proceso de amasado y cocción del pino. Ingredientes de primera selección, dijo Pedrín.









Pasamos un bonito 18, sin embargo. La comunidad chilena se juntó en casa de Luciano (pater familia de los estudiantes de la UT) y resultó que todo el mundo hizo empanadas al final… tuvimos de marisco a cargo de la mamá de Luciano, con carne molida por parte de Daniel y Tania (una pareja de chilenos que llegó este año), con toque argentino a cargo de Sebastián (otro Sebastián) y su pareja, y con carne picada e “ingredientes de primera selección” a cargo de Pedrito LionMan, que cuando terminó de hacer empanadas por primera vez en su vida, valoró las empanadas de su mamá y su abuela en sus tiempos de niño. De hecho, dijo que nunca más iba a reclamar por una empanada de horno a mil pesos, porque “feliz pago luca por una empanada ahora que veo todo el trabajo que implica… desde ir a comprar los ingredientes hasta sacarlas del horno”. True Story.


Fotos 9-15: Preparación del terremoto, juegos chilenos, DVD de música típica en la TV








Entre las cosas buenas que puedo contar de este tiempo, es que por fin tengo licencia de conducir en USA. Honestamente, obtenerla me costó mucho más que en Chile, a pesar de que en ese tiempo (cuando era joven) apenas sabía manejar y fui a dar el test de conducir con un ojo hinchado porque me picó un polco; parecía Luciano Bello. Acá la historia fue muy distinta y todo en empezó en mayo, cuando Pedro y yo fuimos a dar el test escrito a una oficina que quedaba tan, pero tan lejos, que cuando llegamos allá yo me tuve que regresar de inmediato porque tenía clases, y no pensé que nos íbamos a demorar tanto sólo en el viaje de ida. Eso implicó que Pedrín me sacó ventaja y sacó la licencia mucho antes que yo, porque al final fui otro día y sólo alcancé a inscribirme, pero no a dar el test. La idea era tener la licencia antes del viaje a California, para arrendar un auto y andar por la vida como rebeldes sin causa, pero como Pedro alcanzó a tenerla a tiempo, yo ya nunca más pesqué. Después nos fuimos a Chile por tres semanas y cuando volví a Austin me di cuenta que AL DÍA SIGUIENTE expiraba la fecha para ir a dar el test escrito; de lo contrario tendría que pagar de nuevo y hacer el papeleo otra vez. Así que fui, al día siguiente, estudiando las preguntas en el bus y tratando de memorizar esas cosas que no se relacionan con el sentido común, sino sólo con la retención momentánea de los datos para vomitarlos en el test: cuántos pies alcanza a avanzar un auto si va a 50 millas por hora, cuál es la multa por ser menor de edad y conducir bajo la influencia del alcohol, o cuántos días de cárcel te dan por manejar copeteado por segunda vez. Debo decir que aprendí todo eso para el test… y ya se me olvidó.


Foto 16-23: empanadas chilenas en Austin! Y una con la forma de Texas










Cuando llegué a dar mi pruebita, el caballero de la recepción me dijo que era el último día que tenía para hacer el trámite (the Chilean style, pensé) y que si no pasaba el test, jodía no más. Se supone que uno puede darlo hasta tres veces, pero como yo fui el último día, no habría segundas ni terceras oportunidades para mí. Así que me senté frente al computador y empecé a responder; eran 30 preguntas y se podía tener hasta 7 malas. La primera pregunta fue exactamente sobre esas cosas de pies y millas por hora, así que la respondí bien. La segunda decía “si una persona ciega va por la calle con un bastón, de ¿qué color es el la cinta del bastón?” WTF??? Nunca supe y al achunte contesté “blanco”, pero no era. La tercera pregunta era sobre cómo estacionar en subida, bien también. Y la cuarta decía “si usted va por la carretera y empieza a sentir sueño, qué debe hacer? A) Abrir la ventana para que entre aire fresco. B) Detener el auto en la berma y dar una vuelta para despertarse, las veces que sea necesario. C) Manejar hasta el pueblo más cercano y tomar un café, y D) No me acuerdo de la alternativa D. La cosa es que todas las alternativas me parecían tan tontas, ¿cómo uno va a andar deteniendo el auto en plena carretera a cada rato? Y eso de dar una vuelta… a dónde? Por otra parte, ¿qué pasa si el pueblo más cercano está a dos horas? Si tengo sueño, obviamente me voy a dormir camino al pueblo más cercano… al final opté por la alternativa A pero también era absurda, ya que si es por aire fresco, se enciende el aire acondicionado y ya. La tuve mala, así que probablemente la respuesta era la D y nunca he podido recordar que decía.

A esas alturas llevaba cuatro preguntas respondidas y entre ellas, dos malas, es decir, el 50% de mi prueba estaba incorrecta (y sólo podía tener 7 malas de 30). Me empecé a urgir brígido y a cada respuesta que respondía bien daba gracias a Dios y hasta me persignaba; así de desesperada estaba. Cuando legué a la pregunta 25 sin cometer más errores me di cuenta de que ya había pasado el umbral de respuestas buenas y me relajé. En total tuve 3 malas y el caballero altiro me dio el papelito para el test práctico a la semana siguiente.

Y ahí comenzó el calvario. ¿Cuándo iba a pensar yo que después de casi 10 años de manejar en Chile iba a tener tantos problemas aquí? De partida, acá todos los autos son automáticos, así que encontrar uno mecánico es toda una odisea. Pedro me ha enseñado a manejar automáticos, hemos probado con Car2go varias veces y es ULTRA SIMPLE, pero yo no me acostumbro. Como que me falta el embrague, el pie izquierdo se aburre y el derecho se cansa.  Cuando acelero en el verde tiendo a pasar a segunda, y me acuerdo que no, que el auto lo hace sólo y la única pega es preocuparse del volante. Boring…


Foto 24: Zip Car, arriendo de autos. El día que fuimos de IKEA aproveché de practicar en automático. 


Tuve la suerte de que Adrián (el esposo de Rachel) maneja un auto mecánico y tuvo la paciencia de acompañarme a dar el test de manejo. La primera vez que fuimos no pasé el test, porque la señora que me tomó la prueba dijo que hice todo mal. La segunda vez que di el test, hice lo mismo, pero me lo tomó otra persona que opinó que hice todo bien. Lo importante de esta experiencia es que ya tengo licencia y puedo conducir y arrendar autos cuando quiera, yaju!

El lunes pasado fue el cumple de Pedro, llegó a la edad de Cristo. Acá les dejo fotos de las celebraciones varias que tuvimos para festejar al gran Lion Man.


Fotos 25-27: celebración en casa, camiseta de Chile de regalo



Fotos 28-30: celebración el día mismo del cumple



Fotos 31-39: celebración en grande en Rainey Street